martes, 22 de febrero de 2011

Finalidad del blog

No me considero una persona modélica, ni muchísimo menos, pero sí concienciada con los problemas que nos azotan a diario a toda la sociedad. Algunos, machacados hasta el extremo por medios de comunicación y otros, olvidados y renegados al cajón de los juguetes rotos. Es el caso del maltrato animal. Las últimas noticias sobre unos hechos deleznables han logrado dar un vuelco y unir a una gran parte de la sociedad a través de redes sociales. Una reacción y unidad sin precedentes, pero a simple vista insuficiente para que se tenga en cuenta un clamor popular que se puede decir más alto pero no más claro.

Dudo que nadie sea ajeno a los hechos anteriormente mencionados sobre el asesino de cachorros, dudo que haya gente a la que no se le mueva ni una pizca de humanidad cuando lee un artículo relacionado con semejante barbarie, y sin embargo, medios de comunicación y gobierno echan la vista a un lado, no sé si por ignorancia, entretenimiento con la precampaña o simplemente esperando a que el tiempo actúe como placebo en nuestras conciencias y poco a poco este tema vaya cayendo en el olvido. Detesto profundamente que se ningunée la voluntad del pueblo; detesto tener que gritar más alto que nadie para que se me preste una atención que se me debe; detesto tener que votar a unos políticos que se preocupan más de asociaciones con ánimo de lucro en su afán recaudatorio que en defender unos derechos y modificar una ley a todas luces insuficiente y que deja al descubierto acciones más propias de animales salvajes a los que les negamos el respeto que de los seres humanos que presumimos de ser.

No creo que esté pidiendo nada descabellado, ni la panacea de todos los males, sólamente pido un poco de conciencia y humanidad hacia los animales, esos seres a los que, sin saber por qué, hemos relegado a un segundo plano, tan peligroso como preocupante, y a los que muchas veces les negamos ese derecho tan básico que es el derecho a la vida, y no contentos con tanta crueldad, hacemos oídos sordos y paseamos despreocupados por la vida mientras esperamos que sean otros los que hagan algo para cambiar el mundo.

No quiero que este sea el mundo que vean mis hijos, ni quiero educarlos en un país de cobardes. Quiero que se le plante cara al maltrato animal, sin gritar y sin armar escándalos. Quiero lo que se me debe: un país humanizado.

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